CUBAFIL´22. La masonería tras una pieza de historia fiscal de Cuba de 1858

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La masonería, fraternidad universalmente reconocida y apreciada, llegó a Cuba con la toma de La Habana por el cuerpo expedicionario británico comandado por Lord Abemarle en 1762. A pasar de estas primeras «luces» no es hasta bien entrado el siglo XIX que podemos hablar de masonería militante en la isla antillana. Prohibida, tolerada y perseguida por momentos los miembros de una logia masónica de mediados del S.XIX prefería ocultar su filiación e incluso en los registros se recurría a «nombres simbólicos» detrás de los cuales se preservaba la identidad de tanto criollos como peninsulares asentados en la isla.

La pieza de referencia, conservada en la colección de sellos fiscales de Cuba de Maydolin Echemendia, no pasa desapercibida por su plasticidad aunque solo los iniciados son capaces de comprender el contenido simbólico de composición. En ella el escribano que la conformó el pago representó simbólicamente una logia masónica mostrando elevado el sillón del Venerable Maestro y las Columnas Norte y Sur que componen una logia masónica en toda regla. Aunque no firmó con los tres puntos correspondientes, que lo identificarían como miembro de la fraternidad, si dejó una «huella filatélica» que podemos reconocer 170 años después de su confección.

 

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