La falsificación del Timbre de Recibos y Cuentas de Cuba de 1882

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Por Fernando Cabello Borrás

En la última década, son numerosas las falsificaciones de época detectadas en los Timbres del Estado, usados en Cuba. Además de las tasas para el servicio de CORREO y DERECHO JUDICIAL, ya conocidas. Han ido apareciendo otros timbres falsos para sufragar otras tasas.

Los timbres de RECIBOS Y CUENTAS, fueron objeto de atención por parte de los falsificadores y se falsificaron varias emisiones. El que fuese así, entraba en el modus operandi, máximo beneficio con el mínimo riesgo. Una peseta veinticinco céntimos o veinticinco céntimos de peso a partir de la emisión de 1882, era una cantidad nada desdeñable para la época. Además, los timbres de RECIBOS Y CUENTAS no comportaban tanto riesgo de ser detectados por las autoridades, como por ejemplo los de correo. Los timbres de correo podía detectarlos algún empleado, durante el proceso de clasificación, distribución o entrega. En cambio los de RECIBOS Y CUENTAS, no trascendían más allá del archivo en que se guardaba el documento en que iba adherido. En general son imitaciones muy bien ejecutadas las que consiguieron los falsificadores, de ahí que hayan pasado inadvertidas. Especialmente las impresas en litografía, las cuales rayan la perfección, tanto desde el punto de vista del diseño como del acabado final de impresión. No se puede decir lo mismo de la única que me es conocida impresa en tipografía, la cual adolece de un pésimo acabado en la consecución del grabado (clisé), lo que le confiere un aspecto tosco.

A continuación trataremos la falsificación impresa en tipografía. En concreto, el sello de 25 céntimos de peso, emitido en 1884. Dicha falsificación no ha sido referenciada en artículo o publicación alguna (que a mí me conste). Aunque hay la evidencia de que era conocida por el experto Enrique Soro Bergua (1934-2010). Dicha evidencia se basa, en la inclusión de un espécimen marguillado por él y que formaba parte de una colección de falsos de época, vendida en pública subasta hace unos años.

Comparando la imagen del sello genuino (imagen 1) y la del falso (imagen 2) las diferencias son evidentes. El color del sello permitía disimular el pésimo acabado. El sello genuino fue impreso en tipografía en la FNS y los pliegos eran de cien ejemplares. Diseño idéntico al de 1882, la única diferencia entre ambos consistía en el color, el de 1882 estaba impreso en tinta marrón y rosa en 1884.

El sello falso es un prototipo original y fue impreso en tipografía. Se ignora todo lo referente al pliego, tamaño del mismo, número de sellos que lo conformaban, etc.

Las diferencias con respecto al genuino son:

1) Menor tamaño.

2) Papel de tono ligeramente tostado.

3) Tinta de color rosa de tono rojizo.

4) Impresión tosca, ausencia de numerosos trazos y falta de definición (ver detalles). Se conoce en estado nuevo, usado fiscalmente y adherido a documento.

Reproducimos el artículo que nuestro amigo Fernando Cabello publicó en El Eco Filatélico y Numismático en el mes de septiembre de 2016 sobre la falsificación del timbre de 25 céntimos de peso para Recibos y Cuentas utilizado en Cuba.

 

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