Cuando se dice mafia en Cuba un nombre viene a la mente de los que vivieron antes de 1959: Meyer Lansky. Huésped habitual del país desde mediados de la del 50, el mafioso Meyer Lansky organizó los grandes casinos que iban surgiendo en la ciudad de la Habana, aportando el asesoramiento y el capital necesario para su instauración.
Meyer Lansky, figura clave del crimen organizado en EE.UU., terminó de construir en 1957 el hotel-casino de Paseo y Malecón, pero no le dieron tiempo a recuperar su inversión.
En la década de los 50 Lansky ayudó a convertir a Cuba en el «Las Vegas del Caribe», estableciendo en la isla una floreciente industria de casinos y juego.
Entre los hoteles y centros nocturnos de La Habana controlados por la mafia estadounidense se contaban el Cabaret Tropicana, el hotel Sevilla-Biltmore, el Capri, el Comodoro y el Deauville. Estas inversiones permitían al crimen organizado lavar su dinero mal habido lejos del ojo vigilante del Servicio de Rentas Internas de EE.UU.
El Tampa Tribune recuerda que Lansky, de origen judío, nacido en Rusia y criado en Nueva York, es considerado una de las figuras más significativas de la mafia en el siglo XX por su papel en la transformación de la delincuencia organizada, de una industria ilegal segmentada por ciudades y estados, a una que combinó sus recursos en una especie de sindicato nacional.
Cuando el Habana Riviera fue inaugurado en diciembre de 1957, era el mayor hotel con casinos de Cuba y el más extravagante del Caribe. Tenía aire acondicionado, lo que entonces era una rareza. La construcción del hotel de Paseo y Malecón le costó a Lansky unos 8 millones de dólares.
En tres grandes y lujosos hoteles habaneros se notó la contribución de la instalación y operaciones de los casinos de Meyer Lansky: el Hotel Nacional, el Hotel Capri y el Hotel Riviera. De estos conoceremos un poco de su historia y trataremos de ver como se desarrollaba en ellos el mundo del juego.
El Hotel Nacional y su Casino Internacional Wilbur Clark era considerado a finales de los años 50 el tercero mayor del país y uno de los mejores del Caribe. Contaba con 549 habitaciones que se alzaban sobre los terrenos donde anteriormente se encontraba la batería de Santa Clara. Su costo final fue de cuatro millones de pesos y desde su concesión, el Estado Cubano puso una cláusula donde se reflejaba que la suite presidencial siempre estaría a disposición del gobierno cubano para alojar a los más ilustres invitados de la nación.
Este magnífico edificio fue testigo de la que fue quizás una de sus ocupaciones más celebres. Del 22 al 26 de diciembre de 1946 se dieron cita allí las familias más poderosas de la mafia norteamericana. Entre capos, guardaespaldas, abogados, consejeros y otros participantes, se contaron quinientos asistentes, quienes ocuparon el hotel en su totalidad. Allí se discutió acerca de los planes de expansión y áreas de influencia que cada familia tendría desde ese momento para evitar rencillas. Como dice el populacho: se repartieron el pastel.
Siempre ha habido rumores de que Lansky ayudó a financiar el golpe militar del 10 de marzo de 1952 que llevó a Fulgencio Batista al poder, dijo al periódico el historiador de Tampa Rick Burkhart,que ha escrito un libro sobre las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
A cambio de sobornos, Batista habría permitido a Lansky y sus asociados ─entre ellos el mafioso tampeño Santos Trafficante Jr.─ convertir a La Habana en el destino caribeño por excelencia para los adictos al juego de azar.
En el año 1955 se comenzó a realizar una intervención constructiva a un lado del hotel, en el costado izquierdo que daba al mar. Se le agregó un complejo que se integraba de forma armoniosa. A este se ingresaba a través de una lujosa rampa, que nacía en la avenida frente a la entrada principal. Ese nuevo espacio seria albergue de restaurantes, bares, el famoso cabaret El Parisien y un elegante salón para la instalación expresa de un casino. El complejo fue arrendado por el hotel a Lansky, pagando este una cuantiosa suma. Para la temporada de invierno de ese año ya estaba instalado y en pleno funcionamiento un elegante y majestuoso casino. Se le bautizó Casino Internacional Wilbur Clark, por el poderoso magnate de casas de juego de Las Vegas.
Para asegurar que las operaciones cumplieran con las más estrictas normas de seguridad y supervisión para ofrecer garantías de un juego limpio, Lansky puso a su hermano Jake, alias El Cejudo Lansky, como administrador del negocio. Las fichas de casino se fabricaron en los Estados Unidos y sobre ellas se leía claramente el nombre Wilbur Clark, acompañado de su retrato. Poseía tres mesas para juegos de cartas, 21 máquinas tragamonedas, siete mesas de ruleta y una para juegos de dados. Su fuente principal de clientes era el Cabaret El Parisien, que llegó a presentar espectáculos comparados con los de Tropicana.