Napoleón Bonaparte en la Filatelia de Cuba, esta vez por el Bicentenario de su defunción.

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No todos los años un filatelista tiene el privilegio de que su país realice una emisión postal sobre la temática de su colección, máxime cuando se trata de una no tan extendida como la fauna, el deporte o la tecnología. En estas notas me referiré a la emisión cubana “Bicentenario de la muerte de Napoleón Bonaparte”, de 2021.

Por extraño que pueda parecer, la temática napoleónica no es ajena a la Filatelia cubana. La existencia en La Habana del Museo Napoleónico, uno de los cinco más importantes de su tipo a nivel mundial, constituido sobre la base de la colección privada del magnate cubano del azúcar Julio Lobo, ha determinado la presencia de este personaje histórico en no pocas series de sellos postales.

La primera de estas series fue realizada en 1969 con la denominación “Obras de arte del Museo Napoleónico”, cuyo primer día de circulación hizo el guiño de acontecer justo 5 días después del bicentenario del natalicio del corso, aunque no fuera el motivo expreso de la emisión. Una cancelación especial realizada por el referido Museo, el mismo primer día de circulación de la emisión y en dos sobres con la totalidad de esta, confirma su verdadero propósito. La utilización de una de las firmas más tempranas de Napoleón en el matasellos de esta cancelación especial resultó, a tales efectos, enriquecedora.

Doce años después, en conmemoración del Aniversario 20 del Museo Napoleónico, se realizó una segunda serie. El talento de su diseñador, José A. Medina, recreó una suerte de continuidad respecto a la serie precedente, al mostrar no solo otras obras de la plástica expuestas en el Museo, sino mantener además los patrones de los bordes y demás elementos del diseño de los sellos. De esta serie, conjuntamente con los habituales sobres, fue cancelada el primer día de emisión una colección de tarjetas postales, cercanas a lo que actualmente sería objeto de la Maximofilia, pero que por el detalle técnico de representar exactamente el contenido del sello no podrían ser utilizadas a tales fines.

Una tercera emisión fue realizada con la temática napoleónica en 1999, mediante una hoja souvenir relativa a la Exposición Filatélica Mundial Philexfrance’99 en la que se muestra una recreación de la pintura “Napoleón I en 1814”, de Jean-Louis-Ernest Meissonier, y de la estatuilla “Napoleón vencido”, de Antoine Mercié, ambas piezas integrantes del acervo del renombrado Museo. La cuarta y última serie, de 2001, conmemora otro aniversario del Museo, en la que se aprecia, en cuatro sellos, los mapas de una selección de las principales batallas napoleónicas, de conjunto con cuatro estatuillas ecuestres del Emperador de los franceses.

Estos antecedentes filatélicos, sumados a la restauración capital que tuviera el Museo Napoleónico una década antes, a cuya reapertura asistiera Alix de Foresta, Princesa Napoleón, justifican sobremanera la acertada proposición de la Federación Filatélica Cubana de que fuera emitida una serie por el Bicentenario de la muerte de tan polémico personaje histórico. Al menos otros cinco países conmemoraron la fecha mediante emisiones postales, evidenciando que, a pesar de no encontrarse entre las favoritas, la temática napoleónica aún genera interés entre los filatelistas.

En el caso de nuestra emisión, la Resolución No. 71 de la Ministra de Comunicaciones, de 13 de mayo de 2021, autoriza una tirada de 8507 ejemplares, los cuales fueron producidos mediante impresión de tipo off-set por la gráfica postal de Correos de Cuba. Consistente en una hoja bloque 93 por 144 cm, compuesta por cuatro sellos en su habitual dimensión de 31 por 48 cm y con una perforación de 12¾ por 12½, todos con igual facial de 3.00 pesos, el conjunto supone una propuesta novedosa en cuanto a concepto y estética respecto a sus predecesoras temáticas. Su diseñador, Roberto Roiz, no escatimó en detalles; mediante la utilización de las técnicas de fotografía, ilustración y composición digital, cada sello tributa a una composición ilustrativa del legado histórico de Bonaparte; legado que, por demás, llega incluso a Cuba.

El sello superior izquierdo del formato muestra a Napoleón con la corona imperial, detalle del óleo sobre lienzo de Anne-Louis Girodet de Roucy-Trioson, “Napoleón en su traje de coronación”, de la colección del Museo de Arte Tokyo Fuji, en Japón. Al fondo, la imagen del Palacio de las Tullerías, principal residencia de los monarcas franceses durante el siglo XIX hasta ser incendiado en 1871 por los miembros de la Comuna de París. En síntesis, la estampilla nos muestra el legado político de Bonaparte, un Estado imperial como colofón de la Revolución francesa. La polémica sobre el papel positivo o negativo en este sentido aún genera opiniones controvertidas, pero nuestro sello es neutro, Napoleón fue un Emperador que como tal gobernó Francia, esto no se puede negar.

A continuación, el sello superior derecho nos muestra uno de las creaciones más significativas de Bonaparte: la Orden de la Legión de Honor, condecoración que ha logrado subsistir a todos los cambios políticos de Francia hasta la actualidad, en la que se entrega no solo a franceses, sino a personas de todo el orbe, hombres y mujeres, con méritos extraordinarios tanto en el ámbito civil como el militar. Establecida en 1804, en la estampilla de muestra la insignia de Oficial de la Legión, acompañada del detalle de la estrella en la que puede apreciarse el busto del Emperador, presente en las insignias durante los dos Imperios franceses. En el caso de Cuba, varias de nuestras personalidades, en especial de la ciencia y la cultura, han sido galardonados con esta condecoración.

En la posición inferior izquierda se ubica un sello representativo del legado jurídico de Bonaparte, para algunos el mayor de todos sus aciertos: el Código Civil. Con sucesivas modificaciones, pero aún vigente, este Código de 1804 implicó la cristalización de los intereses que desencadenaron la Revolución francesa – y con ellos, los de la Modernidad. Además, supuso la construcción de un nuevo mundo sobre la base de las libertades civiles, reconocidas en el Código en cuestión, a partir del cual se consolidó todo el sistema de Derecho continental europeo y latinoamericano. En el sello se ilustra otro detalle de un óleo – esta vez de la colección del Museo nacional del castillo de Malmaison-, “Napoléon coronado por el Tiempo, redacta el Código Civil”, de Jean-Baptiste Mauzaisse, de conjunto con la primera página de la edición originaria del Código.

El cuarto y último sello muestra un aspecto inédito en la Filatelia cubana: la presencia de Josefina de Beauharnais en el espacio familiar de Bonaparte. Los cubanos hemos tenido el privilegio de ver editadas en el país, en más de una ocasión, las cartas de Napoleón a Josefina, como testimonio del amor que ambos se profesaban entre sí. La primera Emperatriz de los franceses no podía estar ausente pues, en una composición del legado napoleónico, en especial para Cuba. A partir del retrato que al óleo le hiciera Antoine-Jean Gros a la Emperatriz en 1809, de la referida colección del Museo nacional del castillo de Malmaison, le acompaña en la composición una ilustración del óleo del joven artista letón Kalvis Zalitis, “Napoleón Bonaparte”, de 2017. Al fondo, el palacio de Fontainebleau, residencia de la pareja imperial, donde el Emperador firmara su primera abdicación en 1814.

Sería incompleta esta reseña si no incluyera una explicación de la composición del sobre de primer día, de particular belleza y colorido, el cual retoma la estética romana que sirvió, en buena medida, de sustento ideológico y espiritual al Imperio francés. El cachet del sobre lo protagoniza una recreación en dorado del busto “Napoleón, Emperador”, original de 1805 en bronce del italiano Lorenzo Bartolini, expuesto en el Museo del Louvre. Cabe recordar que Napoleón se veía a sí mismo como la continuidad de los emperadores romanos, por ello se nombró inicialmente Cónsul – como los líderes de la República romana-, luego Emperador – como Octavio Augusto-, tomó el águila como símbolo imperial y, asimismo, codificó el nuevo Derecho, como hiciera en su momento el emperador Justiniano. La imagen del cachet la complementa la silueta, al fondo, de la cúpula del Hotel Nacional de Los Inválidos, mausoleo parisino donde reposan los restos mortales de Bonaparte desde 1840, en clara alusión al motivo de la emisión.

El matasellos de primer día, por su parte, resulta una novedad en el espectro filatélico napoleónico de Cuba: una abeja, emblema personal de Bonaparte. Ante la necesidad de desechar la flor de lis en tanto símbolo de los monarcas franceses, Napoleón se inspira en las abejas de oro encontradas en el sepulcro de Childerico I, rey de los francos hacia finales del siglo V, y lo hace su emblema personal. La abeja estuvo presente, por este motivo, en su capa imperial, en las alfombras y cortinas de los palacios y en los estandartes de sus regimientos, entre otros espacios simbólicos del momento. El diseño minimalista de este matasellos le aporta frescura a la cancelación, al permitir la apreciación de los elementos que componen el formato postal.

A modo de conclusión, la emisión cubana por el bicentenario de la defunción de Bonaparte resulta novedosa en el aspecto temático, al ser concebida a partir del legado napoleónico, en lugar de la descripción de momentos o símbolos relativos a su deceso. Alguna pintura de su lecho de muerte, como la antes mostrada en la emisión cubana de 1981; la imagen de su sarcófago o mascarilla mortuoria, como se ilustrara en más de una emisión en 1971 por varias administraciones postales, en ocasión de los 150 años de su muerte; o la casa de Longwood, donde el Emperador pasara sus últimos días, imagen sobreexplotada en no pocos sellos postales de Santa Helena; hubieran supuesto una emisión repetitiva y que poco pudiera aportar a los fines expositivos de colecciones cubanas y de otros filatelistas del mundo. La emisión puede considerarse, sin lugar a dudas, meritoria. Chapeau!

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2 comentarios

  1. Muy ilustrativo e interesante, ya de por si el tema llama no solo a los entusiastas de la filatelia, también a los que le interesa el personaje histórico.

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