La Habilitación fraudulenta del 10 de marzo de 1952. Un hecho desconocido dentro de la filatelia cubana

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En ocasiones buscando información sobre un tema te topas con otro tema ajeno que acapara toda la atención, olvidando la tarea inicial. Algo parecido me pasó, siendo este artículo, fruto de ese afortunado hallazgo.

Dos o tres días después del golpe militar que derrocó a Carlos Prío Socarrás el empleado de la Casa Lily, Antonio González le muestra a Julio Asseo y Fernández (Redactor del periódico “El País” donde tenía una sección que se titulaba “Afición Filatélica”, siendo además Presidente del Club “Afición Filatélica de la Habana”) una carta recibida por correo el 11 de marzo en la cual se observaba un sello de dos centavos de la serie Isabel la Católica con una texto impreso que decía “Gobierno Revolucionario 10-III-1952”. En un primer momento Julio Asseo y Fernández le pareció que la habilitación estaba hecha en imprenta por lo cual decide investigar, descubriendo al poco tiempo que se trataba de una habilitación fraudulenta no autorizada por el Gobierno.

Tenida esa información se redacta un memorandum el 14 de marzo donde se declara que no se habían encontrado mas cartas con estas características y se instruye a los empleados para que las detectaran y no le dieran curso.

El 14 de junio de 1952 Guillermo Ceballos (Inspector de Comunicaciones) hacía referencia a que la Casa Scott había vendido sellos con la habilitación fraudulenta, pero que estos momentos ya no se estaban vendiendo porque se les habían agotados o al ser circulados como fraudulentos.

En la temprana fecha del 14 de marzo Edgar Runker Wilson (Presidente del Club Filatélico de Cuba) le envia cartas a las principales casas filatélicas del mundo (“The British Philatelic Association Ltd.”, “Stanley Gibbons Ltd.”, “Scott Publications Inc.”, “Theodores Champions”. Como se puede observar la Casa Scott tenía la información de que esa habilitación era fraudulenta, no obstante decidió ponerla a la venta. En ese tiempo James Churchill Hopgood era el corresponsal de la Casa Scott en Cuba, siendo la vía mas probable por la cual se obtuvieran dichos sellos, aunque cabe la posibilidad de que fuesen mandados directamente por correspondencia. Prueba de ello son las cartas dirigidas a distintas casa filatélicas dentro y fuera de Cuba. Con posterioridad el Servicio Postal de los Estados Unidos notificó que la carta publicada por la revista “Stamps” y los sellos de la Casa Scott habían sido enviados por correspondencia, sin poderse identificar el remitente.

Es importante señalar que una publicación como la revista “Stamps” y una casa tan prestigiosa como la Scott, publicaran y pusieran a la venta sellos de un origen tan dudoso. Es probable que fuesen remitidos por el corresponsal de la Casa Scott en Cuba pero eso podría conllevar a una situación muy complicada para este, siendo preferible alegar que el remitente era desconocido.

En entrevista a James Churchill Hopgood este alegó que su trabajo para la Casa Scott era la de editar y distribuir los catálogos Scott y otra revista de carácter filatélico (no se hace referencia el nombre de la revista), que no tenía relación alguna con la Casa Scott Stamps Coin Company que en los Estados Unidos se dedicaba a la compra y venta de sellos y no tenía relaciones comerciales con filatélico alguno. No obstante a estas declaraciones existen varios elementos que se deben destacar, por un lado tenemos que es un empleado de la Casa Scott, que como está relacionado con el catálogo debe estar informado de las novedades, dichas novedades se envían a Estados Unidos para que sean incluidas en el catálogo. Otro elemento es que los sellos y la carta fueron enviados a la Scott Publications Inc, donde era empleado James Churchill Hopgood y no a la parte comercial de esa Casa. No se hace referencia a la revista en la cual escribe pero perfectamente podría ser la antes referida “Stamps”. Como último elemento llama la atención la negación de tener “relaciones comerciales con filatélico alguno”. ¿Se dedica a comercializar catálogos Scott y no tiene relaciones comerciales con ningún filatelista?

Lástima que durante la investigación a nadie se le ocurrió comparar la caligrafía de las cartas enviadas a Estados Unidos con la letra de James Churchill Hopgood. Dentro de las cartas había una nota en inglés que decía “surtido muy limitado de sellos revolucionarios emitidos durante la revolución de marzo 10 en la Habana” con una firma no descifrable. Aunque cabe la posibilidad que fuese escrita por un tercero, no era del todo descabellado investigar. Otro corresponsal de nombre Bernabé de Varona Prieto de la Casa Theodoro Champion de Paris informó rápidamente de la habilitación fraudulenta, no ocurriendo así en la Casa Scott. No se conocen las causas pero, un mes después de los hechos, exactamente el 15 de abril James Churchill Hopgood era despedido por la Casa Scott. ¿Coincidencia?

La emisión de la revista norteamericana “Stamps” del 22 de marzo de 1952 reproduce en su portada un facsímil de un sobre dirigido a Estados Unidos, con el texto en el cual se informa, en inglés” que esa es una nueva emisión hecha por el Gobierno Revolucionario que tomó el poder el 10 de marzo mediante el golpe militar.

A finales de mayo Edgar Runker le pide a un amigo que le trate de comprar algunos sellos habilitados en la Casa Scott y de ser posible tratara de averiguar de quién se habían obtenidos.

Se pudo determinar por las características de la cancelación en el sobre que esta fue realizada por la máquina franqueadora mecánica que se usa en la División de Cartería en la Habana. Se pudo conocer que debido al volumen de cartas y la rapidez con la que trabajaban las máquinas franqueadoras ningún empleado era capaz de identificar estos sellos, incluso se reconoce la imposibilidad de detectar un franqueo deficiente. Lo cual exoneraba al operario de turno de ese día.

Inicialmente se planteó la duda sobre la forma de confección de estas habilitaciones, cliché y máquinas eléctricas de escribir fueron las primeras hipótesis planteadas. En la tardía fecha del 22 de julio de 1952 los sellos son sometidos a un examen pericial, los peritos son Gabriel Busbad y Artemidrio Ricardo ambos trabajadores de la Imprenta “Casa Harris” ubicada en Bernaza No. 10. Las conclusiones fueron que dichas “contramarcas” no habían sido realizadas en imprenta “… y si con cuños o sellos gomígrafos, cuidadosamente fijados a sellos de correo, con la utilización de una tinta negra fija…” “… dando la impresión de que se hizo en imprenta”. Es interesante que a las pocas horas de realizado el golpe militar, se pudo establecer que los sobres fueron depositados el mismo día 10 de marzo, se hiciera un cancelador, es posible, pero difícil. Tampoco creo que se tuviese preparado con antelación, un golpe militar se lleva en absoluto secreto y cuando la vida está en riesgo nadie se pondría a confeccionar un gomígrafo con la fecha de la acción. Existe la posibilidad que sea un gomígrafo de letras y números intercambiables, solamente se debe situar cada letra o número hasta conformar la palabra deseada. No tengo en mi poder ninguna cubierta o sello con esta habilitación fraudulenta y las imágenes son fotografías de la revista “Stamps” y el “Diario de la Marina” lo cual me impide analizar esta hipótesis.

Aunque las imágenes se ven bastante mal, se puede identificar que son diferentes las habilitaciones, en el sello de 1 centavo de la emisión de Capablanca la “G” de “Gobierno” es en mayúscula y las demás letras en minúscula a diferencia del sello de Isabel la Católica de 2 centavos que todas las letras de “Gobierno” son en mayúsculas, igual situación pasa con “Revolucionario”. Además la habilitación el sello de Capablanca ocupa 3 líneas y en la de Isabel la Católica 4 líneas, debido a que el sello es más chico.

Mi opinión respecto a esta habilitación fraudulenta es que el autor era un filatelista destacado, no solo conocía la dirección de la revista “Stamps”, la Casa Scott, Casa Lily y Ricardo del Campo, también le envió correspondencia a filatelistas destacados como Ernesto Bello. Si se fijan en la emisión de 1933 sobrecargada por el establecimiento del nuevo Gobierno Revolucionario verán una gran semejanza, creo que de esta emisión el autor se inspiró. Aunque en determinados momentos de la investigación se minimizara el hecho, tildándose como “broma”, es posible que el autor buscara una ganancia económica. Cuando se analiza el destino de las misivas se puede percibir una necesidad de un rápido reconocimiento. El destino de las cartas fue su error, el autor no pensó que en pocos días se supiera por los filatelistas que esa habilitación era fraudulenta, impidiendo su propagación. Personas como Edgar Runker Wilson (Presidente del Club Filatélico de Cuba), Julio Asseo y Fernández (Redactor del periódico “El País”), la Casa Lily y Ricardo del Campo, alertaron de forma inmediata y efectiva.

 

 

 

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