Hilda Vila Sainz-Baranda.
Círculo Filatélico de la Habana Vieja.
Desde hace algún tiempo, la Federación Filatélica Cubana (FFC) convoca a elegir –mediante votación de los socios de dicha institución–, la serie emitida durante cada año que se considere con mejor diseño, acorde al tema que trata la misma. La gran mayoría de los miembros de los Círculos Filatélicos adscriptos a la FFC han quedado conformes con los resultados obtenidos y con la premiación de los diseñadores de las series seleccionadas.
Ahora bien, si se pensara en un concurso a la inversa, o sea, en escoger la emisión que se considere con menos méritos artísticos para estar incluida en la filatelia cubana, tomando como período de referencia desde 1959 hasta la fecha, creo que pocos dudarían en darle su voto negativo al sello que circuló en el año 2014, con motivo de la II Cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), celebrada en La Habana, el 28 y 29 de enero del propio año.
¿Qué pasó? En mi modesta opinión, el problema estuvo no tanto en el diseño central del sello, (para lo que se escogió la imagen del logotipo que identificó a dicho evento internacional, práctica que resulta muy habitual no solamente en los sellos de Cuba) sino en su concepción integral, y especialmente en la selección de los colores usados en cada uno de los elementos identificativos que aparecen en un sello de correo.
Los contrastes resultaron fatales y posiblemente tengamos que sumar a ello el proceso de edición, con el uso de tintas que posiblemente no fueron las inicialmente escogidas. Así las cosas, el resultado final fue un sello inaceptable, no solamente por lo feo, sino especialmente porque NO transmite la información requerida, factor que en la actualidad resulta importantísimo, tanto desde el punto de vista del servicio que presta el sello de correo como del mensaje cultural intrínseco en su factura.
Otra pregunta: ¿no se hacen pruebas de impresión antes de realizar la tirada completa de una emisión postal? Si se hacen, no se debió dejar pasar este resultado a una emisión definitiva, por todo lo que hemos apuntado. Si no se hacen, el hecho de realizar una tirada que no cumpla con los requisitos de toda índole, resulta verdaderamente frustrante para todos. Y tengamos en cuenta, además, la inversión que en términos económicos lleva una emisión de sellos, por lo que resulta inadmisible que no se obtengan los resultados esperados.
Sirva esta experiencia para evitar nuevas repeticiones de estos ripios filatélicos que tanto entristecen y molestan a los coleccionistas cubanos, que no solo aspiran a la belleza intrínseca de sus colecciones sino, además, a que los sellos de Cuba alcancen un alto prestigio en la arena internacional.
Magnifico artículo, mi felicitación a la profesora Hilda Vila Sainz-Baranda por su quehacer en favor de la filatelia de Cuba.