Todos los 24 de abril celebra la filatelia cubana un año más del trascendental acto de la expedición de la primera emisión postal de las Antillas Españolas. No deja de ser una contradicción que celebremos el día antes y no el día exacto en que se pusieron en circulación pues no fue hasta el siguiente día, el 25, que fueron aceptadas las cartas franqueadas en las oficinas postales de la capital habanera.
Ese día salía para España el barco “Conde de Regla” y se esperaba que transportara la correspondencia reunida en la isla. El porte de medio real de plata fuerte abonaba las cartas a la península a la vez que permitía la entrega de las mismas sin porte debido en todo el territorio insular.
La reforma postal que originara Rowland Hill en 1839 en Inglaterra eliminaba un complicado sistema de cobro al destinatario que a veces era imposible de saldar con la consecuente pérdida del sistema postal. España se suma en 1850 y en 1855 lo haría extensivo a sus colonias de ultramar. Ahora sería el remitente el que pagaría los derechos de “francatura” enviando ya la correspondencia pagada. En el caso de Cuba coexistieron algunos aspectos de la tarifa de 1828 que regulaba el envío de la correspondencia a porte debido teniendo en cuenta las distancias entre los puntos de origen y de destino, siendo tasadas para su posterior cobro.
La tarifa de 1855 sin embargo establecía que con solo medio real era posible enviar una carta a través de todo el territorio insular y a la península. No sería hasta 1856 que fuera obligatorio el porte previo para la correspondencia privada.