Desde niño escuché a mi abuelo hablar de Aracelio. Él había sido estibador del puerto de La Habana y gracias a sus habilidades y natural picardía le conocían como “Kiki Maldad”, pero no porque fuera malo sino porque tenía la virtud de un carácter jaranero y de ser querido por todos. “Nunca le escuché una mala frase con nadie y recorrer el pueblo con él era pararse a cada momento para saludar o hablar con algún parroquiano”, me comentaba sobre Aracelio, así como que en 1940 había roto su carnet del Partido Comunista (entonces denominado Unión Revolucionaria Comunista) cuando el partido pactó con Fulgencio Batista y apoyó su candidatura a la Presidencia de la República, pues no entendía cómo dos extremos podían aliarse. Aracelio fue para él un amigo, un guía, pero ¿existe algún sello o entero postal cubanos emitido en su honor?
En relación a las emisiones postales, la imagen de Aracelio Iglesias ha ilustrado un sello solo en una ocasión, y de manera muy parcial. Se trata del facial de 65 centavos de la serie de ocho valores emitida en 2018 para conmemorar el Aniversario 150 del inicio de las Guerras de Independencia.
Este sello, con tirada de 8,539 ejemplares, una dimensión de 31 por 48 cm, sin filigrana y un dentado 12½, muestra tres personalidades de las luchas obreras en Cuba del segundo cuarto de siglo, a saber, Aracelio Iglesias, Jesús Menéndez y Lázaro Peña. Acompaña la imagen de las tres personalidades una fotografía de la antigua Sociedad de Torcedores de La Habana, ubicada en calle San Miguel 662, entre Marqués González y Lucena, en el capitalino barrio de Cayo Hueso, destacado centro del movimiento obrero cubano y donde, de hecho, fueran expuestos y velados los restos mortales de Aracelio, asesinado el 17 de octubre de 1948.
La emisión, puesta en circulación el 10 de octubre de 2018 fue rápidamente retirada de las estafetas postales pues en el último de sus valores ilustraba, por primera vez desde su muerte, la imagen de Fidel Castro, lo cual resultaba de cuestionada legalidad en relación con la Ley “Sobre el uso del nombre y la figura del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz”, adoptada en 2016 y que prohíbe la reproducción de la imagen de Castro “para erigir monumentos, bustos, estatuas, tarjas conmemorativas y otras formas similares de homenaje.” (1)
Pero regresando a Aracelio, ningún otro sello o entero postal ha sido emitido con su imagen o en homenaje a su papel determinante en el movimiento obrero portuario de la isla, el cual le valió ser conocido en su época como el “zar rojo del puerto de La Habana”. Pero, ¿quién era Aracelio?
Respecto a su vida, y sobre todo a su personalidad, existe aún polémica. Por una parte, la versión que podría denominarse oficial, por cuanto resulta la divulgada por los medios oficiales de la prensa en Cuba, y por otra, una versión alternativa, construida a partir de los testimonios de personas que en vida lo conocieron, como fuera el caso de mi abuelo.
Aracelio fue, ante todo, un hombre de su época. La religión, la marginalidad y, ¿por qué no decirlo?, la criminalidad, estuvieron ligadas a su existencia. No es el paradigma de “líder ateo comunista”, por esto, pudiera especular que su manifiesta religiosidad – mal vista en la isla durante décadas- o alguna cuenta pendiente con otros viejos partidistas, imposible precisarlo en este momento, no han ayudado a darle su lugar en la historia revolucionaria de Cuba.
La versión oficial
Una de las notas biográficas oficiales más completas sobre Aracelio Iglesias las ofrece un artículo de la Radio de Florida en Camagüey (la Florida de la Isla, no la península de enfrente), que procedo a citar: (2)
“Aracelio Iglesias Díaz, quien llegó a convertirse en líder sindical de los obreros portuarios; huérfano de ambos progenitores en la adolescencia se traslada de Consolación del Sur (3) al municipio habanero de Regla y, aún adolescente, comienza la vida laboral en los muelles.
Las duras condiciones de trabajo y el contacto diario con los astilleros moldean su carácter, y en 1931 ingresa al Partido Comunista de Cuba; el prestigio ganado en su batallar por los derechos del trabajador lo llevan a sufrir prisión en Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud) durante tres años y al salir del llamado Presidio Modelo sobresale en su enfrentamiento con las empresas norteamericanas Flota Blaines y Ward Line.
Como secretario general del Sindicato de Estibadores y Jornaleros del Puerto de La Habana desde 1939, Aracelio Iglesias Díaz logró la fusión de los pequeños sindicatos en los muelles capitalinos en una sola colectividad, el establecimiento de listas rotatorias que garantizaba iguales oportunidades de trabajo a los peones, el aumento de salarios, el pago del descanso retribuido, la creación de Cajas de Socorro Mutuos, además de un consultorio médico y la escuela Margarito Iglesias para beneficio de los trabajadores y sus familiares, entre otras exigencias.
Aquel negro rebelde se convirtió en un dolor de cabeza para los explotadores, y no por gusto el entonces senador y portavoz norteamericano Bradley, lo bautizó como el Zar Rojo del Puerto de La Habana, pues con su carácter fraternal conminó siempre a los obreros a luchar por mejoras laborales para los portuarios y a ser intransigentes en todo momento, considerándolos en todas partes “el alma obrera de la rada capitalina”.
Aracelio Iglesias Díaz estuvo junto a Lázaro Peña en la Asamblea Constituyente de la Central de Trabajadores de Cuba, integró el Comité Ejecutivo de esa organización y ocupó la máxima dirección de la Federación Obrera Marítima Local del Puerto de La Habana.
En la tarde del 17 de octubre de 1948, un grupo de trabajadores se reúne con él en el local del Sindicato de los obreros portuarios de la Empresa Naviera de Cuba para acordar los reclamos que entregarían al Ministerio del Trabajo; terminada la reunión, en el momento en que el líder sindical conversaba con sus compañeros, varios pistoleros arriban de forma violenta y abren fuego contra él, en cuya espalda se alojan cuatro proyectiles.
Trasladado de inmediato al hospital fallece al día siguiente, mientras era intervenido quirúrgicamente; su muerte temprana, ocurrida en el mismo año en que también fue asesinado el líder azucarero Jesús Menéndez, no quebró las energías de los colectivos portuarios, que se aglutinaban cada vez más siguiendo sus enseñanzas.”
En similar sentido, el sitio Enciclopedia cubana Cuba en Red (ECURED) sobre la vida de Aracelio expone: (4)
“En medio de una discusión sobre mejoras salariales, Carlos Prío, entonces ministro de Trabajo, le dice:
«Ven acá, ¿tú te crees que eres el dueño de los muelles o qué?»,
a lo que Aracelio le replica:
“¿Y tú te crees que eres el dueño de Cuba o qué carajo?”.
Cuando el 10 de octubre de 1948 toma posesión Carlos Prío como presidente de la República, anuncia que sus ministros van a colaborar con los trabajadores. Para las empresas navieras y el gobierno era preciso desorganizar, corromper y destruir la unidad y el sindicato que con tanto tesón y amor había logrado constituir Aracelio; así como arrebatar a los trabajadores todas las conquistas obtenidas en la lucha.
Impotente porque no había podido imponer a los gánster y dirigentes sindicales oficialistas y cetekarios, el gobierno, al igual que lo hizo con Jesús Menéndez, ordenó la eliminación física de Aracelio, el valeroso líder de los portuarios cubanos, pero su asesinato no detuvo la lucha, sino que fue un motivo más para continuarla”.
La otra versión
A Aracelio no era raro encontrarlo en cualquiera de los bares del puerto, el “Two Brothers”, justo frente al embarcadero de la lancha de Regla, era uno de ellos. Su naturaleza y su carisma indiscutible le hacían destacar entre sus compañeros. Un interesante artículo de Tato Quiñones puede considerarse da la medida exacta, en coincidencia con los recuerdos que me compartía mi abuelo, sobre la personalidad de Aracelio, por lo cual, a pesar de su extensión, se cita de manera continua y en letra cursiva a continuación. A Quiñones le legó Juan Manuel García Reyes, miembro de la potencia abakuá Buma Efó, del barrio habanero de Atarés, sus testimonios: (5)
“Por aquellos años Aracelio era ya bastante conocido entre los trabajadores del puerto, y no precisamente como dirigente obrero. Resultó que, por cuestiones de juego, tuvo una discusión con un individuo y se dijeron palabras fuertes. Como resultado de aquel altercado se retaron a duelo, que era de uso entonces. Quedaron citados para una hora de la noche, en la Avenida del Puerto, debajo de los elevados por donde pasan los ferrocarriles. El tipo llegó primero y en cuanto vio llegar a Aracelio le efectuó el primer disparo y lo falló. Aracelio se protegió detrás de una viga y de vez en cuando asomaba la cabeza y el otro le tiraba. Cuando el tipo disparó la última bala de las 6 que cargaba el revólver bajó los brazos y se dispuso a morir. Aracelio se le acercó y le apuntó con su revólver a la frente. Después bajó el brazo y le dijo: «ve y busca más balas que te voy a esperar aquí mismo». ¿Tú volviste? Pues así volvió el tipo. Así empezó la fama de Aracelio Iglesias en los muelles de La Habana.”
Fuente: Revista Espacio Laical.
La primera condena
“En 1934 los estibadores, braceros y chalaneros de los espigones de la bahía y el litoral de Regla declararon una huelga por sus demandas económicas. El contratista de la United Fruit Company pretendió desarticular el movimiento mediante la contratación de rompehuelgas. Aracelio formó, organizó y dirigió los piquetes obreros que impidieron el embarque de los esquiroles. Delatado por agentes de la patronal, la policía le tendió un cerco para arrestarlo, pero logró evadir la acción de sus perseguidores. Pocos días después, agentes de la policía lo detuvieron en una habitación de un solar de la calle Aguacate, donde dijeron haber encontrado libros marxistas y propaganda del Partido Comunista. Le atribuyeron, además, la tenencia de armas y explosivos. Fue condenado por el Tribunal de Urgencia de La Habana a tres años de prisión en el Reclusorio de Isla de Pinos. El periodista comunista Honorio Muñoz, camarada, amigo y admirador de Aracelio Iglesias, en una conversación con el autor le aseguró que el único armamento ocupado por la policía al líder obrero en el momento de su detención fue una pistola Lúger. La propaganda, los libros, las armas y los explosivos presentados en el juicio, según Honorio, fueron «sembrados» por los propios agentes policiales al efectuar el registro con el fin de fundamentar la acusación que, a la postre, resultó sentencia condenatoria. Aracelio fue puesto en libertad en 1937.”
La vida religiosa de Aracelio
Recién salido de prisión se sometió Aracelio a su destino y recibió su iniciación en la religión yoruba haciendo “santo” en el pueblo de Regla. Shangó fue su ángel de la guardia (6) y posteriormente fue consagrado como sacerdote de Ifá, donde Orula lo “sentenció” como “Oshe Turá” (7). Históricamente se ha referido en numerosas oportunidades que era miembro de la sociedad secreta “abakuá” (8). Sobre esto Tato Quiñones en su mencionado artículo refiere:
“En justicia, habría que añadir que muchas son las personas convencidas de que Aracelio Iglesias, dados su prestigio y autoridad entre los obreros del puerto de La Habana en el que, históricamente, la presencia e influencia de las potencias abakuá fueron muy fuertes, era afiliado a alguna de esas hermandades. Al respecto, Domingo Cárdenas Valdés («El Patón») Iyamba de la potencia abakuá Usagaré Sangrimoto (barrio de Jesús María), obrero portuario jubilado que falleció nonagenario y también conoció a Aracelio, le expresó al autor en entrevista sostenida en 1976:
«Aracelio nunca fue iniciado abakuá, aunque hubiera podido jurarse sin problemas en cualquiera de las potencias de La Habana. Pablo Sandoval — también comunista—, que era su lugarteniente en el sindicato, sí lo era de la potencia Awana Mokoko Efó el Bongó Bakokó. Claro, de haberse jurado, Aracelio habría contraído compromisos de hermandad con los miembros de su potencia que lo hubieran puesto en la situación difícil de privilegiarlos por encima de los demás trabajadores, pues esa era la tradición. Pero en los muelles de La Habana, tanto los trabajadores que éramos ñáñigos, como los que no lo eran, lo respetábamos y lo queríamos como a un padre, aunque, a veces, los métodos de dirección de Aracelio eran fuertes, y hasta violentos.”
El hijo de Shangó como líder portuario: un par de anécdotas
Continuando con el testimonio de Domingo Cárdenas, nos comenta Tato Quiñones un par de incidentes en las que el carácter impetuoso de Aracelio le permitieron hacer justicia entre sus compañeros.
“…la Lista Rotativa se estableció allá por el año cuarentipico, en plena Segunda Guerra Mundial; uno de sus objetivos era que más obreros pudieran trabajar de forma organizada en los espigones del puerto. Hasta entonces ocurría que algunos – de a porque sí- trabajan doble turno y otros ninguno. Más de una vez vi yo a Aracelio Iglesias arrojar a las aguas de la bahía a algún bracero o estibador que, por sus pantalones, doblaba el turno violando lo establecido en la Lista.
Por aquella misma época, cuando Cuba entró en la Segunda Guerra Mundial, Aracelio dirigió una asamblea general de los trabajadores del puerto que fue histórica. Resulta que el de La Habana fue declarado puerto único para las exportaciones y las importaciones marítimas cubanas porque en las aguas del Mar Caribe navegaban submarinos alemanes que habían hundido unos cuantos barcos americanos y cubanos. Esto significó que los espigones habaneros trabajaran las 24 horas 7 días a la semana, con el consiguiente beneficio económico para sus obreros; pero también que los portuarios del resto del país cayeran en una situación de hambre. Entonces el Partido Comunista propuso que los habaneros donáramos rotativamente un día de labor a la semana para que compañeros de Matanzas, Cárdenas, Cienfuegos, Santiago de Cuba y otros puertos del interior vinieran a trabajar a La Habana. El Partido sufragaría los gastos de transporte y alimentación de los trasladados. Aracelio les explicó la propuesta a los trabajadores reunidos en la asamblea, y cuando la sometió a votación la mayoría votó en contra. Aracelio bufó como un toro, se quitó el sombrero y se rascó la cabeza; puesto de pie, se bajó los pantalones y el calzoncillo y puso los testículos encima de la mesa. – ¡Pues por mis c… esto va! – gritó y dio un puñetazo sobre la mesa. Nadie chistó, y así fue hasta que se acabó la guerra.”
La hora final
Pero en lo que mayor polémica existe sobre Aracelio es precisamente sobre las circunstancias y motivaciones de su asesinato. Sobre este particular refiere Tato Quiñones:
“El día que lo mataron, Aracelio Iglesias conversaba despreocupadamente con un grupo de sus compañeros, de espaldas a la puerta del local de un sindicato ubicado a poco más de cincuenta metros del a [sic] aquella hora concurridísimo Muelle de Luz. ¿Estaba ajeno a los planes para asesinarlo que se venían fraguando desde hacía mucho tiempo? En absoluto. La tradición oral entre los babalawos habaneros asegura que, en una consulta al Oráculo de Ifá, Aracelio fue advertido de que sería víctima de una traición que podría costarle la vida. Por otra parte, en la entrevista sostenida por el autor con el periodista Honorio Muñoz, este le contó que Ramón Grau San Martín defería, y hasta admiraba a Aracelio Iglesias – al que siempre llamó «Aracelito» – pues lo conocía desde que era un niño negro que se ganaba los centavos limpiando zapatos en el pueblo de La Palma. Según Honorio, después de una reunión con Grau en el Palacio Presidencial, este le había advertido confidencialmente: «Aracelito, tú estás mandado a matar; eso no va a suceder mientras yo sea presidente de la República, pero cuando deje de serlo, vete de Cuba o eres hombre muerto». Carlos Prío Socarras tomó posesión de la presidencia de la república el 10 de octubre de 1948. Una semana después Aracelio Iglesias fue asesinado.
(…) Recibió seis heridas producidas por proyectiles de arma de fuego: una en el tercio medio región clavicular izquierda, que le penetró en un pulmón; otra en el flanco izquierdo de entrada y salida por el lado opuesto que le perforó el sismoide; dos más de entrada y salida en la región femoral izquierda; otra en el tercio medio inferior de la región femoral derecha y otra en la región anterior de la rodilla derecha.”
Siendo niño recuerdo que un soleado sábado acompañé a mi abuelo a la lancha de Regla, sin saber adónde nos dirigíamos. Cruzamos la bahía y del otro lado, en un parque conmemorativo, le pusieron la distinción “Aracelio Iglesias” por sus 25 años dedicados al trabajo portuario.
No puedo decir que la recibiera con orgullo, sino con una mezcla de sentimientos encontrados. Sentía – y así me lo comentó-, que nunca se había dado el lugar que merecía a su amigo y que solo había asistido al evento por ver a viejos camaradas del puerto a los que la vida había separado en el implacable decursar de los días.
A este gigante entre los líderes de Cuba le debe también su debido espacio en la Filatelia y no un sello de «comparsa». Jesús Menéndez tiene varios. ¿Por que Aracelio Iglesias no tiene uno?
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Notas
- (1) Ley No. 123, “Sobre el uso del nombre y la figura del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz”, de 27 de diciembre de 2016. https://www.gacetaoficial.gob.cu
- (2) “Aracelio Iglesias, líder sindical de los obreros portuarios cubanos”. Martha Martínez Duliet. 22 de julio de 2024. https://www.radioflorida.icrt.cu/114199-aracelio-iglesias-lider-sindical-de-los-obreros-portuarios/
- (3) De manera más precisa, nació en el poblado de La Palma, al igual que el presidente Ramón Grau San Martín.
- (4) “Aracelio Iglesias”. https://www.ecured.cu/Aracelio_Iglesias Una síntesis coincidente con esta reseña biográfica puede también encontrarse en el sitio web del Partido Comunista de Cuba. https://www.pcc.cu/aracelio-iglesias-0
- (5) “Aracelio Iglesias: la historia, la leyenda…”. Tato Quiñones. Espacio Laical, No.3, 2018. https://espaciolaical.net/wp-content/uploads/093-097-Aracelio-Iglesias-la-historia-la-leyenda.pdf
- (6) En la religión yoruba el acto de iniciarse se conoce como “hacer santo”. Una ceremonia en la que durante siete días el iniciado es consagrado y asentado en su cabeza su ángel de la guardia por medio de diferentes ceremonias secretas solo para iniciados.
- (7) La consagración como sacerdote mayor de la religión yoruba se conoce como “hacer Ifá”. Es la consagración de un neófito a Orula, orisha de la adivinación, marcando su destino por un oráculo que le regirá toda la vida por lo que se conoce que Orula te “sentencia” y te define. El linaje sacerdotal de Aracelio Iglesias (Awó Oshé Turá) comienza con el bàbálawo africano Ño Carlos Adebí (awó Ojuani Boka), tatarabuelo y continúa con los sacerdotes criollos Esteban Fernández Quiñones (awó Iká Meyi), bisabuelo; Pedro Pablo Pérez (awó Ogbeyono) abuelo y Pedro Pablo (Periquito) Pérez (awó Ogbefun), padrino.
- (8) Por ejemplo, el historiador Newton Briones Montoto en su artículo “El asesinato de Aracelio Iglesias: acercándonos a la verdad”, publicado en la revista Espacio Laical No. 2, de 2018.