Desde los inicios de la filatelia se ha intentado, de diferentes maneras, lucrar delictivamente a costa de los sellos. Son numerosas las colecciones y los coleccionistas que han sufrido el embate de estos falsificadores y lo más común es que nunca se denuncien por vergüenza. Todos los meses se reciben para peritación piezas falsificadas que han sido colocadas a incautos coleccionistas o inversores que terminan quedando con una profunda desilusión.
En el caso de Cuba las emisiones de Alfonso XII tampoco escapan a las malas intenciones de los falsificadores. El sobre que le mostramos a continuación corresponde a otra pieza ofrecida en subasta. Supuestamente es un certificado de La Habana a Sanctí Spíritus.
Desglosémosla para que puedan darse cuenta de todas las inconsistencias del falsificador:
- La tarifa: el pago de un peso 40 céntimos usando sellos de 20c es excesivo y sospechoso tomando en cuenta el tamaño del sobre. El equivalente a este porte seria de un envío de mayor tamaño y peso.
- El fechador: el fechador de Puerto Príncipe (evidentemente puesto en la oficina postal de origen) estuvo en uso entre 1858 y 1860 por lo que es inconsistente en una emisión de Alfonso XIII.
- La fecha: ilegible y plana por lo que consideramos que tanto el texto de la marca como el fechador son un mismo conjunto y no una parte fija y otra movible.
- Las marcas del servicio: Carece de la numeración del servicio por lo cual evidentemente no es correspondiente ni congruente con el tipo de carta que pretende ser. El “CERTIFICADO” aunque en uso en época es notablemente sospechoso acompañado una marca fechadora que no cambia de intensidad en la estampación en ninguno de sus usos.
- El punto final: como es posible que una carta supuestamente de La Habana a Sanctí Spíritus tenga una anotación manuscrita “Del 2do de Puerto Príncipe” correspondiente a un Alcalde Mayor o Juzgado de Instancia de esta ciudad si supuestamente ha sido originada en otra. A esto sumemos una marca de Puerto Príncipe que no tiene una relación directa con la supuesta certificación en la capital.
Resumen, una chapucería digna del miserable que la creo…